Imágenes relacionadas con el célebre Abbé Rupert, abad benedictino del Sacro Imperio, gran devoto de la Ssma. Virgen
145. Es lo que produce en su
alma, si él es fiel, una gran desconfianza, desprecio y odio de sí mismo, y una
gran confianza y un gran abandono a la Santa Virgen, su buena Señora. El no
pone más su apoyo, como antes, en sus disposiciones, intenciones, méritos,
virtudes y buenas obras, porque habiendo hecho un sacrificio entero a
Jesucristo por esta buena Madre, ya no tiene más que un tesoro donde están
todos sus bienes, y que ya no se encuentra más con él, y este tesoro es María.
Es lo que lo lleva a acercarse a
Nuestro Señor sin temor servil ni escrúpulos, y a rezarle con mucha confianza;
es lo que lo hace entrar en los sentimientos del devoto y sabio Abbé Rupert*,
quien, aludiendo a la victoria que Jacob obtuvo sobre un ángel 1) , le dice a la Santísima Virgen estas
bellas palabras: “Oh María, mi Princesa y Madre Inmaculada de un Dios-Hombre,
Jesucristo: yo deseo luchar con este Hombre, es decir el Verbo divino, armado,
no con mis propios méritos, sino con los vuestros: O Domina, Dei Genitrix, Maria et incorrupta Mater Dei et hominis, non
meis, sed tuis armatus meritis, cum ipso Viro, scilicet Verbo Dei, luctari
cupio” (Rup., Prolog. in Cantic.).
Oh! Que se es poderoso y fuerte
ante Jesucristo cuando se está armado con los méritos y la intercesión de una
digna Madre de Dios quien, como dice San Agustín, ha vencido amorosamente al
Todopoderoso!
1 1) Cf.
Génesis, XXXII,24
*N.d.l.R.:
famoso monje benedictino del Sacro Imperio Romano Germánico
Traité de la Vraie Dévotion à la Sainte Vierge
PÈRES MONTFORTAINS (Cie de Marie)
Traducido del original francés por este blog IPSA CONTERET, privilegiando las expresiones originales del Santo sobre expresiones castellanas más habituales
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