viernes, 22 de noviembre de 2019

Cap. III - Elección de la V. Dev. - Señales - Devotos críticos, escrupulosos, exteriores, presuntuosos, inconstantes, hipócritas e interesados (TVD, 90 a 104)






CAPITULO III

Elección de la Verdadera Devoción a Nuestra Señora

90. Supuestas estas cinco verdades, ahora, más que nunca, debemos hacer una buena elección de la verdadera devoción a la Santísima Virgen: pues hay, hoy más que nunca, falsas devociones a la Virgen que fácilmente pueden tomarse por verdaderas. 

El demonio, como monedero falso, y engañador fino y experimentado, ha seducido y condenado ya a tantas almas con una falsa devoción a la Santísima Virgen, que él se sirve todos los días de su experiencia diabólica  para llevar a la condenación a tantas otras, entreteniéndolas y adormeciéndolas en el pecado , so pretexto de algunas oraciones mal rezadas y de algunas prácticas exteriores que les inspira. Como falsificador de moneda, no falsifica generalmente más que el oro y la plata, y muy rara vez los otros metales, porque no valen la pena; de este modo,  el espíritu maligno no falsifica tanto las otras devociones sino las de Jesús y de María, la devoción a la sagrada comunión y a Nuestra Señora, que son, entre las otras devociones, lo que el oro y la plata entre los metales.
91. Es pues, muy importante, conocer primero las falsas devociones a la Santísima Virgen, para evitarlas, y la verdadera, para abrazarla; en segundo lugar, entre tantas prácticas diferentes de la verdadera devoción a Nuestra Señora, cuál es la más perfecta, la más agradable a la Santa Virgen, la más gloriosa a Dios y la más santificante para nosotros, a fin de prendernos a ella.
ARTICULO I
Señales de la falsa y de la verdadera devoción a Nuestra Señora
§ 1. Los falsos devotos y las falsas devociones a Nuestra Señora
92. Considero que hay siete clases de falsos devotos y de falsas devociones a la Santa Virgen, que son: 1° - Los devotos críticos; los devotos escrupulosos; 3° los devotos exteriores; 4° los devotos presuntuosos; 5° los devotos  inconstantes; e 6° los devotos hipócritas; 7° los devotos interesados.
1° LOS DEVOTOS CRITICOS
93. Los devotos críticos son, por lo general, sabios orgullosos, espíritus fuertes y suficientes, que tienen en el fondo alguna devoción a Nuestra Señora pero que critican casi todas las prácticas de piedad a la Santa Virgen que las gentes simples rinden simple y santamente a esta buena Madre, pues no se acomodan a su fantasía. Ponen en duda todos los milagros e historias referidas por autores dignos de fe, o sacadas de las crónicas de las órdenes religiosas, que dan fe de las misericordias y del poder de la Santísima Virgen.
No saben mirar más sino con lástima a gentes simples y humildes de rodillas ante un altar o imagen de Nuestra Señora, a veces en el costado de una calle, para rezarle a Dios; y hasta los acusan de idolatría, como si adorasen la madera o la piedra; dicen que no gustan de esas devociones exteriores y que no tienen el espíritu tan débil como para dar fe a tantos cuentos e historias atribuidas a la santa Virgen.
Cuando se les comentan las admirables alabanzas que los Santos Padres tributan a la Santa Virgen , o responden que hablaban como oradores, por exageración, o dan una falsa explicación a sus palabras 1).
Esta clase de falsos devotos y gente orgullosa y mundana son muy de temer y hacen un daño infinito a la devoción a la Santísima Virgen, alejando hábilmente a los pueblos, so pretexto de desterrar los abusos.
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1) N. de los editores: No se crea que el P. Montfort en esta página haya forzado la nota: era la época en que estos “devotos críticos” trataban de difundir entre los fieles escritos envenenados , como ese panfleto de Windenfelt  denominado “Consejos saludables de la B.V.M. a sus devotos indiscretos” (v. Lhoumeau , Vida Espiritual, p. 17, Terrien, IV vol., p. 478).
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2° DEVOTOS ESCRUPULOSOS
94. Los devotos escrupulosos son gente que teme deshonrar al Hijo honrando a la Madre, rebajar al uno elevando a la otra. No pueden sufrir que se dén a la Santa Virgen las justísimas alabanzas, que le tributaron los Santos Padres; apenas toleran que haya más gente arrodillada ante un altar de María que ante un altar del Santísimo Sacramento, como si uno fuese contrario al otro; como si aquellos que le rezan a la Santa Virgen no le rezasen a Jesucristo por medio de Ella! No quieren que se hable tanto de la Santa Virgen, que se acuda tantas veces a Ella.
He aquí algunas frases que les son frecuentes: ¿Para qué tantos rosarios, tantas cofradías y tantas devociones exteriores a la Santa Virgen? Hay en esto mucha ignorancia. Es hacer una mascarada de nuestra religión. Háblenme de los devotos de Jesucristo (ellos lo nombran a menudo sin descubrirse, comento entre paréntesis): hay que recurrir a Jesucristo, él es nuestro único Mediador, hay que predicar a Jesucristo, esto es lo sólido!
Lo que dicen es, en cierto sentido, verdadero, pero, según ellos lo explican -para impedir la devoción a la Santísima Virgen- es muy peligroso, y una sutil trampa del maligno so pretexto de un bien mayor, pues jamás se honra tanto a Jesucristo como cuando más se honra a la Santísima Virgen, porque no se la honra sino con el fin de honrar más perfectamente a Jesucristo, pues no vamos a Ella sino como camino para llegar al término al que vamos, que es Jesús.
95. La Santa Iglesia, con el Espíritu Santo, bendice primero a la Santa Virgen, y a Jesucristo en segundo lugar: benedicta tu in mulieribus, et benedictus fructus ventris tui Jesus. No porque la Santísima Virgen sea más que Jesucristo o igual a El: esto sería una herejía intolerable, sino que, para bendecir más perfectamente a Jesucristo, hay que bendecir antes a María. Digamos pues, con todos los verdaderos devotos de la Santa Virgen, contra estos falsos devotos escrupulosos: Oh María, Tú eres bendita entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
3° LOS DEVOTOS EXTERIORES
96. Los devotos exteriores son personas que hacen consistir toda la devoción a la Santísima Virgen en prácticas externas, que no gustan sino de lo exterior de la devoción a la Santísima Virgen porque no tienen espíritu interior; que rezarán cantidad de rosarios a las apuradas, asistirán a varias misas sin atención, irán a las procesiones sin devoción, ingresarán a todas las cofradías sin enmienda de su vida, sin hacer violencia a sus pasiones y sin imitar las virtudes de esta benditísima Virgen. Sólo gustan lo sensible de la devoción, sin buscar lo sólido; si no experimentan algo sensible en sus prácticas espirituales, creen que no hacen nada, ellos se desalientan, abandonan todo o lo hacen todo sin continuidad.
El mundo está lleno de esta clase de devotos exteriores, y no hay gente que más critique de las personas de oración, que ponen empeño en lo interior como lo esencial, sin menospreciar el exterior de modestia que acompaña siempre la verdadera devoción.
4° LOS DEVOTOS PRESUNTUOSOS
97. Los devotos presuntuosos son pecadores entregados a sus pasiones, o amantes del mundo que, bajo el bello nombre de cristianos y de devotos de la santa Virgen, esconden o el orgullo, o la avaricia, o la impureza, o la embriaguez, o la cólera, o el perjurio, o la maledicencia, o la injusticia, etc.; que duermen en paz en sus malos hábitos sin hacerse mucha violencia para corregirse, so pretexto de que son devotos de la santa Virgen; que se prometen que Dios les perdonará, que no morirán sin confesión, y que no se condenarán, porque rezan su rosario, porque ayunan el sábado, porque son de la cofradía del Santo Rosario o del Escapulario, o alguna de sus congregaciones, porque llevan el pequeño hábito o la cadenilla de la Santa Virgen, etc.
Cuando se les dice que su devoción no es más que una ilusión del demonio y una presunción perniciosa capaz de llevarlos a su perdición, no lo quieren creer; dicen que Dios es bueno y misericordioso, que no nos ha criado para condenarnos, que no hay hombre que no peque; que ellos no morirán sin confesión; que un buen Señor, pequé a la hora de la muerte, basta; máxime dado que son devotos de la Santa Virgen; que ellos usan el escapulario; que ellos rezan todos los días puntualmente y sin vanidad 1) siete Padrenuestros y Avemarías en su honor; que ellos rezan, incluso, algunas veces el rosario y el Oficio de la Santa Virgen; que ellos  ayunan, etc.
En confirmación de lo que dicen y cegarse más alegan algunas historias que han oído o leído en libros, verdaderas o falsas –que para ellos poco importa-, donde se asegura que personas muertas en pecado mortal, sin confesión, porque durante su vida habían rezado algunas oraciones o ejercitado algunas prácticas de devoción a la Virgen, o resucitaron para confesarse, o su alma permaneció milagrosamente en el cuerpo hasta la confesión, o, por misericordia de la Virgen, obtuvieron de Dios, a su muerte, la contrición y el perdón de sus pecados y por consiguiente se salvaron, y así esperan ellos la misma suerte.
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1  N. del autor: Es decir, fiel y humildemente
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98. Nada hay tan dañoso, en el Cristianismo, como esta presunción diabólica: pues ¿puede decirse en verdad que se ama y honra a la Virgen cuando por sus pecados, se traspasa, se crucifica y se ultraja despiadadamente a Jesucristo, su Hijo?
Si María se creyese obligada a salvar por su misericordia esta clase de gentes, Ella autorizaría el crimen, y ayudaría a crucificar y ultrajar a su Hijo. ¿Quién osaría jamás pensarlo?
99. Digo que abusar así de la devoción a la Santísima Virgen que, después de la devoción a Nuestro Señor en el Santísimo Sacramento es la más santa y la más sólida, es cometer un horrible sacrilegio que, después de la comunión sacrílega, es el mayor y más indigno de perdón.
Confieso que, para ser verdaderamente devoto de la Santa Virgen, no es absolutamente necesario ser tan santo que se evite todo pecado, aunque esto sea de desear; pero sí es menester a lo menos (nótese bien lo que voy a decir):
Primeramente, mantenerse en una resolución sincera de evitar al menos todo pecado mortal, que ultraja a la Madre tanto como al Hijo;
Segundo, hacerse violencia para evitar el pecado;
Tercero, inscribirse en cofradías, rezar los cinco, o los quince, misterios del rosario, u otras oraciones, ayunar los sábados, etc.
100. Esto es maravillosamente útil para la conversión de un pecador, aunque esté endurecido; y si mi lector se encuentra en esa situación, aunque tenga ya un pie en el abismo, le aconsejo pero a condición que haga estas buenas obras sólo con la intención de obtener de Dios, por intercesión de la Virgen, la gracia de la contrición y el perdón de sus pecados, y de vencer sus malos hábitos, y no para permanecer pacíficamente en estado de pecado, contra los remordimientos de su conciencia, a ejemplo de Jesucristo y de los santos, y las máximas del Santo Evangelio.
101. 5° LOS DEVOTOS INCONSTANTES
Los devotos inconstantes son aquellos que son devotos de la Virgen a intervalos y por arranques; tan pronto son fervientes, como tibios;  en un momento parecen dispuestos a hacerlo todo por su servicio, y, poco después, ya no son los mismos. De pronto abrazan todas las devociones marianas; entran en sus cofradías,  y luego no cumplen sus reglas con fidelidad; cambian como la luna 1), y María los pone debajo de sus pies con la media luna, pues son cambiantes e indignos de ser contados entre los servidores de esta Virgen fiel, los cuales tienen por herencia la fidelidad y la constancia. Más vale no cargarse con tantas oraciones y prácticas devotas, y hacer menos pero con amor y fidelidad, a pesar del mundo, el demonio y la carne.
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1) N. de la R. La luna, en razón de sus variaciones, es tomada frecuentemente por los antiguos autores místicos como símbolo de los cambios del alma inconstante – Cf. Eclesiástico, XXVII, 12; S. Bernardo, Sermo super Signum magnum, n. 3.
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102. 6° LOS DEVOTOS HIPOCRITAS
Hay también falsos devotos a la Santa Virgen que son los devotos hipócritas, que cubren sus pecados y sus malos hábitos bajo el manto de esta Virgen fiel, a fin de pasar a los ojos de los hombres por aquello que no son.
103. 7° LOS DEVOTOS INTERESADOS
Quedan por fin los devotos interesados, que no recurren a la Santa Virgen sino por ganar algún pleito, para evitar algún peligro, para curarse de una enfermedad, o por alguna otra necesidad de esta índole, sin lo cual la olvidarían; y unos y otros son falsos devotos, que no son dignos de estar ante Dios ni su Santa Madre.
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104. Guardémonos de ser del número de los devotos críticos, que nada creen y lo critican todo; de los devotos escrupulosos, que temen ser excesivamente devotos de la Santa Virgen por respeto a Jesucristo; de los devotos exteriores, que cifran toda su devoción a la Santa Virgen en prácticas externas; de los devotos presuntuosos que, bajo pretexto de su falsa devoción a la Santa Virgen, se acuestan viven encenegados en sus pecados; de los devotos inconstantes que, por ligereza, mudan sus prácticas de devoción o las dejan totalmente a la menor tentación; de los devotos hipócritas que entran en las cofradías y visten el hábito de la Virgen para pasar por buenos; y, en fin, de los devotos interesados, que no recurren a la Santa Virgen más que para librarse de los males del cuerpo, o para obtener bienes temporales.

Traité de la Vraie Dévotion à la Sainte Vierge
PÈRES MONTFORTAINS (Cie de Marie)

© Traducido del original francés, tratando de conservar el estilo de San Luis María Grignion de Montfort, por la Redacción de ipsaconteret.blogspot.com - Luis María Mesquita Errea - Elena B. Brizuela y Doria de Mesquita E. - Ezequiel María Benedicto Mesquita
A.M.M.G.








                                                                                                                           )

viernes, 15 de noviembre de 2019

Cap. II - Muy difícil nos es conservar las gracias y tesoros recibidos de Dios (TVD, 87-9)











ARTICULO V
Muy difícil nos es conservar las gracias y los tesoros recibidos de Dios
QUINTA VERDAD
87. Es muy difícil, dada nuestra flaqueza y fragilidad, que conservemos las gracias y tesoros recibidos de Dios:
1° Porque este tesoro, que vale más que el cielo y la tierra, lo tenemos en vasos frágiles: Habemus thesaurum istum in vasis fictilibus 1); en un cuerpo corruptible, en un alma débil e inconstante, que por nada se turba y abate.
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II Cor., IV, 7
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88. 2° Porque los demonios, ladrones finos, quieren sorprendernos de improviso para robarnos y desvalijarnos: espían día y noche el mejor momento para hacerlo; nos rodean incesantemente para devorarnos y arrebatarnos en un instante, por un pecado, todo lo que hemos podido ganar de gracias y méritos en varios años. Su malicia, su experiencia, sus astucias y su número nos   debe hacer temer vehementemente esta desgracia, dado que personas más llenas de gracias, más ricas en virtudes, más experimentadas y más elevadas en santidad han sido sorprendidas y lastimosamente robadas y saqueadas.
¡Ay!, ¡cuántos cedros del Líbano y cuántas estrellas del firmamento se han visto caer miserablemente y perder en poco tiempo toda su alteza y su claridad! ¿De dónde tuvo  origen esta mudanza tan extraña? No fue falta de gracia, que a nadie falta, sino falta de humildad. Se creyeron más fuertes y suficientes de lo que eran; se creyeron capaces de guardar sus tesoros; se fiaron de sí y se apoyaron en sí mismos; consideraron su casa suficientemente segura y sus cofres suficientemente fuertes para guardar el precioso tesoro de la gracia, y por esta confianza imperceptible que tenían en sí mismos (aunque les pareciera que se apoyaban únicamente en la gracia de Dios), el Señor justísimamente permitió que fuesen saqueados, librándolos a sí mismos. ¡Ay! Si hubiesen conocido la devoción admirable que mostraré a continuación, habrían confiado su tesoro a una Virgen poderosa y fiel, que se los hubiera guardado como un bien propio, teniéndolo inclusive como deber de justicia.
89.   3° Es difícil perseverar en la justicia a causa de la extraña corrupción del mundo. El mundo está ahora tan corrompido, que llega a ser como inevitable que los corazones religiosos queden ensuciados, si no con su lodo, al menos con su polvo; de suerte que es una especie de milagro que una persona se mantenga firme, en medio de este torrente impetuoso, sin ser arrastrado; en medio de este mar tempestuoso sin ser sumergido o saqueado por los piratas y corsarios; en medio de este aire pestilente sin ser contagiado por él. Sólo la Virgen, la única que permaneció fiel,  que en nada condescendió con la serpiente,  es quien hace este milagro en favor de aquellos y aquellas que (la sirven) en gran estilo*.
(* “de la belle manière” en el orig.).
Cfr. “TRAITÉ de La Vraie Dévotion à la Sainte Vierge”, de San Luis María de Montfort, 6e Édition – 48e-62e mille – PÈRES MONTFORTAINS (Cie de Marie), LOUVAIN (Belg.)
Traducido del original francés por este blog IPSA CONTERET conservando todo lo posible los términos y redacción del santo autor
© Luis M. Mesquita Errea - Elena B. Brizuela y Doria de Mesquita E. - ipsaconteret.blogspot.com

miércoles, 6 de noviembre de 2019

Cap. II - Bella y suave como la luna, que recibe su luz del sol y la atempera... (TVD, 85-6)






85. Entre tanto, ¿ no tenemos acaso necesidad de un mediador ante el propio Mediador? ¿Es nuestra pureza suficientemente grande como para unirnos a El  directamente  y por nosotros mismos? ¿No es El, acaso, Dios, en todo igual a su Padre y, por consiguiente, el Santo de los santos, tan digno de respeto como su Padre? Si, por su infinita caridad, El se ha hecho nuestro fiador y nuestro Mediador ante Dios, su Padre, para apaciguarlo y pagarle lo que le debíamos, ¿tendremos por eso menos respeto y temor por su majestad y santidad?
Digamos pues con audacia, con San Bernardo, que tenemos necesidad de un mediador ante el propio Mediador, y que la divina María es la más capaz de cumplir este oficio caritativo. Es por Ella que Jesucristo ha venido a nosotros, y es por Ella que debemos ir a El.
Si tememos ir directamente a Jesucristo, nuestro Dios, sea a causa de su grandeza infinita, o bien de nuestra bajeza, o de nuestros pecados, imploremos audazmente la ayuda y la intercesión de María, nuestra Madre: Ella es buena, Ella es tierna; no hay en Ella nada de austero ni que nos repela, nada de demasiado sublime y demasiado brillante. Al verla, vemos nuestra pura naturaleza. Ella no es el sol que, por la fuerza de sus rayos podría encandilarnos por nuestra debilidad. Más…,  Ella es bella y suave como la luna 1), que recibe su luz del sol y la atempera para tornarla conforme nuestro pequeño alcance. Ella es tan caritativa que no rechaza a ninguno de los que piden su intercesión, por más pecadores que sean. Pues, como dicen los santos, jamás se ha oído decir, desde que el mundo es mundo, que ninguno que haya recurrido a la Santa Virgen con confianza y perseverancia, haya sido rechazado. Ella es tan poderosa que jamás ha sido desairada en sus pedidos. Ella no tiene más que mostrarse ante su Hijo con alguna demanda; inmediatamente, El se la concede; El es amorosamente vencido por los pechos, las entrañas y los ruegos de su santísima Madre.
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1) Cant., VI, 9
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86. Todo lo dicho está sacado de San Bernardo y de San Buenaventura, de suerte que, según ellos, tenemos tres escalones a subir para ir a Dios: el primero, que es más próximo a nosotros, y el más conforme a nuestra capacidad, es María; el segundo,  es Jesucristo; y el tercero, es Dios Padre. Para ir a Jesucristo, hay que ir a María, que es nuestra mediadora de intercesión; para ir al Padre Eterno, hay que ir a Jesús, que es nuestro mediador de redención. Ahora, por la devoción que  explicaré enseguida, es el orden que se guarda, perfectamente.
Cfr. “TRAITÉ de La Vraie Dévotion à la Sainte Vierge”, de San Luis María de Montfort, 6e Édition – 48e-62e mille – PÈRES MONTFORTAINS (Cie de Marie), LOUVAIN (Belg.)

Traducido del original francés por este blog IPSA CONTERET conservando todo lo posible los términos y redacción del santo autor.
© Luis M. Mesquita Errea - Elena B. Brizuela y Doria de Mesquita E. - Ipsaconteret.blogspot.com

viernes, 1 de noviembre de 2019

(C. II - nueva versión) Ante la fiesta de Todos los Santos, verdades enseñadas por San Luis María y sugestivas imágenes (...79-80 - II)

Los animales pueden representar vicios y virtudes al mismo tiempo, como el pavorreal, de gran belleza, que San Luis cita también como imagen de orgullo


San Luis María nos da fuertes recomendaciones para alcanzar la santidad: 









(79...) Nuestra alma, unida a nuestro cuerpo, se ha hecho tan carnal, que es llamada carne: Toda carne había corrompido su camino (2). No teníamos por herencia más que orgullo y ceguera de espíritu, endurecimiento de corazón, debilidad e inconstancia en el alma, concupiscencia, pasiones rebeldes y enfermedades en el cuerpo.



Somos naturalmente más orgullosos que los pavos reales, más apegados a la tierra que los sapos, más feos que los chivos, más envidiosos que las serpientes, más glotones que los cerdos, más coléricos que los tigres y más perezosos que las tortugas, más débiles que las cañas y más inconstantes que las veletas.



No tenemos en nuestro fondo sino nada y pecado, y no merecemos sino la ira de Dios y el infierno eterno (1).



80. Después de esto, ¿debemos sorprendernos de que Nuestro Señor haya dicho que quien quisiera seguirlo debía renunciar a sí mismo y odiar su alma; que aquel que amara su alma la perdería, y que aquel que la odiase la salvaría (2)?



Esta Sabiduría infinita, que no da sus mandatos sin razón, no nos ordena odiarnos a nosotros mismos sino porque somos grandemente dignos de odio: nada más digno de amor que Dios, nada tan digno de odio que nosotros mismos.



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1) Nota de los editores (síntesis): Lo que San Luis María afirma aquí es nuestra incapacidad de ser fieles sin el auxilio de la gracia.



N. de la R.: …y lo  hace para mejor enseñar que este problema tiene solución practicando la verdadera devoción a la Ssma. Virgen según el método que él enseña en este, su Tratado.



2) S. Juan, XII, 25
©
Luis Ma. Mesquita Errea - Elena B. Brizuela y Doria de Mesquita E. - ipsaconteret.blogspot.com