§ II. María purifica nuestras
buenas obras, las embellece y las hace aceptables a su Hijo
146. Dado que por esta práctica le damos
a Nuestro Señor, por manos de su Santa Madre, todas las buenas obras, esta
bondadosa Señora las purifica, las embellece y hace que su Hijo las acepte.
1° Ella las purifica de toda mancha
de amor propio y del apego imperceptible a las criaturas, que se desliza insensiblemente
en las mejores acciones. Desde que ellas caen en sus manos purísimas y
fecundas, esas mismas manos, que jamás han estado manchadas ni ociosas, y que
purifican todo aquello que tocan, limpian del don que le hacemos todo lo que
pueda haber de echado a perder o de imperfecto.
147. 2° Ella las embellece, adornándolas con sus méritos y virtudes. Es como si un campesino, que quiere ganar la amistad y benevolencia del rey, acudiese a la reina y le presentase una manzana, que es todo su caudal, para que ella la ofreciese al rey. La reina, aceptando el pobre regalito del campesino, pondría esta manzana en una grande y bella bandeja de oro, y así la presentase al rey en nombre del campesino; de este modo la manzana, aunque de suyo indigna de ser presentada a un rey, se habría convertido en un regalo digno de su Majestad, por razón de la bandeja de oro en que se encontraba y de la persona que la presentaba.
Traité de la Vraie Dévotion à la Sainte Vierge
PÈRES MONTFORTAINS (Cie de Marie)
Traducido del original francés por este blog IPSA CONTERET, privilegiando las expresiones originales del Santo sobre expresiones castellanas más habituales
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