168. Cualquiera, pues, que sin temor a
ilusiones -cosa ordinaria entre personas de oración-, quiera avanzar por el camino
de la perfección y hallar segura y perfectamente a Jesucristo, que abrace con
un corazón grande, corde magno et animo
volenti (N.1), esta devoción a la Santísima Virgen, que quizás no hubiese
conocido aún. Que entre en este camino excelente que le era desconocido y que
ahora le muestro: Excellentiorum viam
vobis demonstro (N2). Es un camino trazado por Jesucristo, la Sabiduría
encarnada, nuestra única cabeza; el miembro que vaya por él no puede
equivocarse.
Es un camino fácil, a causa de la plenitud de la gracia y unción del Espíritu
Santo que lo llena; nadie se cansa ni retrocede si transita por él. Es un camino
corto, que en poco tiempo nos lleva a
Jesucristo. Es un camino perfecto, donde
no hay nada de barro, ni de polvo, ni la menor inmundicia de pecado. Es,
finalmente, un camino seguro, que nos
conduce a Jesucristo y a la vida eterna de manera directa y segura, sin
desviarnos ni a la derecha ni a la izquierda. Entremos, pues, en este camino y
avancemos por él día y noche, hasta la plenitud de la edad de Jesucristo (N3).
N.1 II Mac 1, 3.
N.2: I Cor., XII,
31
N.3 Cf. Efes. , IV,
13
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