ARTICULO VII
Esta devoción le procura grandes bienes al prójimo
171. Lo que puede además movernos a abrazar esta devoción es considerar
los grandes bienes que recibirá nuestro prójimo. Pues con esta práctica se
ejercita con él la caridad de manera eminente, porque se le da, por manos de
María, lo más caro que tenemos, que es
el valor satisfactorio e impetratorio de todas las buenas obras, sin exceptuar
el menor pensamiento bueno ni el más leve sufrimiento. Se consiente en que todo
lo adquirido hasta ahora y lo que se adquiera de satisfacciones hasta la muerte
sea empleado, según la voluntad de la Santísima Virgen, o en la conversión de
los pecadores o en la liberación de las almas del purgatorio.
¿No es esto amar perfectamente al prójimo? ¿No es esto ser verdadero
discípulo de Jesucristo, al que se lo reconoce por la caridad? (N.1) ¿No es éste el medio de convertir a
los pecadores, sin temor a la vanidad, y de liberar a las almas del purgatorio,
casi sin hacer otra cosa que lo que cada cual está obligado a hacer conforme a
su estado?
N.1 S. Juan XIII, 35
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