lunes, 29 de noviembre de 2021

Los herejes aprenden y aún rezan el Padrenuestro, pero no el Ave María, ni el rosario: es el horror para ellos; antes llevarían encima una serpiente que un rosario. Los orgullosos también, aunque sean católicos... (TVD, 249-51)

 

Su Majestad Católica Felipe II rezando el rosario

[§ Gran devoción al Avemaría y al Rosario]

249. Quinta práctica – Tendrán una gran devoción en rezar el Avemaría, o Salutación angélica, de la que pocos cristianos, aún esclarecidos, conocen su precio,  mérito,  excelencia y necesidad. Ha sido preciso que la Santa Virgen se apareciera muchas veces a grandes santos muy esclarecidos para mostrarles su mérito, como a Santo Domingo, San Juan de Capistrano, al Beato Alano de la Roche. Que compusieron libros enteros de las maravillas y de la eficacia de esta oración para convertir los pecadores; Ellos publicaron a voces y predicaron públicamente que habiendo comenzado la salvación del mundo por el Ave María, ésta, y la salvación de cada uno en particular, está vinculada a esta oración; que es esta oración la que hizo producir a la tierra seca y estéril el fruto de vida; y que es esta misma oración, bien rezada, la que debe hacer germinar en nuestras almas la palabra de Dios y llevar el fruto de vida, Jesucristo; que el Avemaría es un rocío celestial que riega la tierra, es decir el alma, para hacerla producir su fruto a su tiempo; y que un alma que no es regada con esta oración o rocío celestial , no lleva fruto y no da sino malezas y espinas , y está cerca de ser maldita.        

250. He aquí lo que la Santísima Virgen le reveló al Beato Alano de la Roche, como está escrito en su libro De dignitate Rosarii (C.2), y luego en Cartagena: Sábete, hijo mío, y hazlo conocer a todos, que una señal probable y próxima de condenación eterna es tener aversión, tibieza y negligencia en rezar la Salutación angélica, que reparó a todo el mundo: Scias enim et secure intelligas et inde late omnibus patefacias, quod videlicet signum probabile est et propinquum æternae damnationis horrere et attediari ac negligere Salutationem angelicam, totius mundi reparativam (Lib. de Dignit., cap II). Palabras bien consoladoras y bien terribles, que costaría creer si no tuviésemos por garantes a este santo varón y antes que él a Santo Domingo, y luego la de muchos grandes personajes con la experiencia de muchos siglos. Pues siempre se ha observado que los que llevan la señal de la reprobación, como son todos los herejes e impíos, orgullosos y mundanos, odian o desprecian el Ave María y el rosario.

Los herejes aprenden y aún rezan el Padrenuestro, pero no el Ave María, ni el rosario: es el horror para ellos; antes llevarían encima una serpiente que un rosario. Los orgullosos también, aunque sean católicos, como que tienen las mismas inclinaciones que su padre Lucifer, desprecian o no tienen sino indiferencia por el Avemaría, y miran el rosario como una devoción de mujercitas que no es buena más que para los ignorantes y los que no saben leer. Al contrario, como hemos visto por experiencia, aquellos y aquellas que tienen por otra parte grandes señales de predestinación, aman, degustan y rezan con placer el Ave María; y cuanto más son de Dios, más quieren esta oración. Es lo que la Santa Virgen también le dice al Beato Alano, a continuación de las palabras que acabo de citar.

251. No sé cómo esto pasa ni por qué, pero no obstante es verdad; y no hay mejor secreto para saber si una persona es de Dios que examinar si le gusta rezar el Ave María y el rosario. Yo digo: si le gusta, pues puede ocurrir que una persona esté en imposibilidad natural o incluso sobrenatural de rezarla, pero la ama y se la inspira a los demás.

Comentario de IPSA CONTERET:

Traité de la Vraie Dévotion à la Sainte Vierge

PÈRES MONTFORTAINS (Cie de Marie)

Todas las citas bíblicas pertenecen a la obra de San Luis María y son tomadas de la Biblia Vulgata, biblia oficial de la Santa Iglesia traducida de los manuscritos originales por San Jerónimo, Doctor de la Iglesia


Traducido del original francés por este blog IPSA CONTERET, privilegiando las expresiones originales del Santo sobre expresiones castellanas más habituales
A.M.M.G.

 

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