lunes, 3 de mayo de 2021

Figura bíblica de esta Perfecta Devoción: Rebeca y Jacob - CAP. VI (TVD 183-184)

 


CAPITULO VI

Figura bíblica de esta Perfecta Devoción:

Rebeca y Jacob

183. De todas las verdades que acabo de describir en relación a la Santísima Virgen y a sus hijos y siervos, el Espíritu Santo nos brinda en la Sagrada Escritura (Gn. 17) una figura admirable en la historia de Jacob, que recibió la bendición de su padre Isaac por la diligencia e industria de su madre Rebeca.

 He aquí cómo la refiere el Espíritu Santo.  A continuación agregaré su explicación.                                            

ARTÍCULO  I

                                      REBECA  Y  JACOB                                   

 

HISTORIA DE JACOB

184. Habiendo vendido Esaú a Jacob su derecho de primogenitura, Rebeca, madre de ambos hermanos, que amaba tiernamente a Jacob,  le aseguró, varios años después, la ventaja [de aquel privilegio] por una sutileza de espíritu toda santa y toda plena de misterios. Pues Isaac, sintiéndose ya muy viejo, y queriendo bendecir a sus hijos antes de morir, llamó a su hijo Esaú, a quien amaba, ordenándole que fuese a cazar algo de comer para luego bendecirlo. Rebeca le advirtió prontamente a Jacob de lo que pasaba, y le mandó que fuese a buscar dos cabritos en la majada. Así que él se los entregó a su madre, ella se los preparó a Isaac como sabía que le gustaban; ella vistió a Jacob con los vestidos de Esaú, que guardaba, y le cubrió las manos y el cuello con la piel de los cabritos, para que su padre, que ya no veía,  al oír la voz de Jacob, al menos creyese, por el vello de sus manos, que se trataba de Esaú, su hermano. Isaac, en efecto, sorprendido por el timbre de su voz, que le parecía ser la de Jacob, le mandó acercarse, y palpando el pelo de las pieles con las que se había cubierto las manos, dijo que la voz, en verdad, era la voz de Jacob, pero que las manos eran las manos de Esaú. Después que hubo comido y que hubo sentido, al besar a Jacob, el olor de sus ropas perfumadas, lo bendijo y le deseó el rocío del cielo y la fecundidad de la tierra; lo constituyó en señor de todos sus bienes (N.d.l.R. 1) y terminó su bendición con estas palabras: “Que aquel que te maldiga sea él mismo maldito, y que aquel que te bendiga sea colmado de bendiciones”.

Apenas Isaac había terminado [de decir] estas palabras, entra Esaú y trae para comer lo que había obtenido en la caza, para que su padre lo bendiga luego. Este santo patriarca se sorprendió con increíble asombro al darse cuenta de lo que acababa de pasar; pero, bien lejos de retractar lo que había hecho, al contrario, lo confirmó, porque veía demasiado claramente el dedo de Dios en todo este suceso. Esaú comenzó entonces a lanzar bramidos, como nota la Sagrada Escritura y, acusando a grandes voces el engaño de su hermano, le preguntó a su padre si no tenía más que una sola bendición; siendo en este punto, como advierten los Santos Padres, la imagen de aquellos que, aliando tranquilamente a Dios con el mundo, quieren gozar a la vez de las consolaciones del Cielo y de las [delicias] de la tierra. Isaac, conmovido por los gritos de Esaú, finalmente lo bendijo, pero con una bendición de la tierra y sujetándolo a su hermano: lo que le hizo concebir un odio tan envenenado contra Jacob, que no esperaba más que la muerte de su padre para matarlo; y Jacob no hubiera podido evitar la muerte si su querida madre Rebeca no lo hubiera garantizado por sus destrezas y los buenos consejos que le dio, y que él siguió.

(N.d.l.R. 1): algunas traducciones del Tratado de la Verdadera Devoción al castellano, desconocemos por qué, traducen aquí: lo constituyó en señor de todos sus hermanos, cuando no hay parecido alguno entre "hermanos" y "bienes". Asimismo, el texto citado dice más abajo que Isaac sujetó a Esaú a la autoridad de Jacob, por lo que Esaú concibió un odio inconciliable contra Jacob. El mayorazgo, que la  historia bíblica describe, y que existía en España, Francia, Portugal y otros países europeos e iberoamericanos -como es el caso de Argentina-, vinculaba habitualmente un conjunto de bienes (por lo que se llamaba también "el Vínculo" a su titular). Seguramente, en los tiempos patriarcales, el Señor del Mayorazgo tenía dominio sobre los bienes y sobre sus hermanos.

 Comentario de IPSA CONTERET:

Traité de la Vraie Dévotion à la Sainte Vierge

PÈRES MONTFORTAINS (Cie de Marie)


Traducido del original francés por este blog IPSA CONTERET, privilegiando las expresiones originales del Santo sobre expresiones castellanas más habituales
A.M.M.G.

 

 

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