martes, 18 de marzo de 2014

Cap. II - Pertenecemos a Jesucristo y a María en calidad de esclavos (TVD, 68)



ARTICULO II
Pertenecemos a Jesucristo y a María en calidad de esclavos  - Segunda verdad -
68. Debemos concluir qué es Jesucristo a nuestro respecto, y que no nos pertenecemos a nosotros mismos, como dice el Apóstol (Cor. VI, 19), sino enteramente a El, como sus miembros y esclavos que El ha comprado a un precio infinitamente caro, todo el precio de toda su sangre.
Antes del bautismo pertenecíamos al diablo como sus esclavos; y el bautismo nos ha hecho los verdaderos esclavos de Jesucristo, que no deben vivir, trabajar y morir sino para fructificar por este Dios-Hombre (Rom., VII, 4), glorificándolo en nuestro cuerpo y haciéndolo reinar en nuestra alma, porque somos su conquista, su pueblo adquirido y su herencia.
Es por la misma razón que el Espíritu Santo (Ps. 1, 3; S. Jn., XV,1; X, 11; S. Mt., XIII, 3,8) nos compara:
1º)  a árboles plantados junto a las aguas de la gracia, en el campo de la Iglesia, que deben fructificar a su debido tiempo;
2º) a los sarmientos de una viña de la que Jesucristo es la cepa, que deben dar buenas uvas;
3º) a un rebaño del que Jesucristo es el pastor, que debe multiplicarse y dar leche;
4º) a una buena tierra cuyo labrador es Dios, en que la semilla se multiplica y produce treinta, sesenta o cien veces más.
Jesucristo ha echado su maldición a la higuera estéril (S. Mt., XXI, 19) y lanzado su condena contra el siervo inútil que no había hecho valer su talento (S. Mt., XXV, 24-30).
Todo esto nos prueba que Jesucristo quiere recibir algunos frutos de nuestras mezquinas personas, quiere decir nuestras buenas obras, porque estas buenas obras le pertenecen únicamente: “Creati in operibus bonis in Christo Jesu: Creados en las buenas obras en Jesucristo”.
Palabras del Espíritu Santo que muestran que Jesucristo es el único principio y debe ser el único fin de todas nuestras buenas obras, y que nosotros debemos servirlo, no sólo como jornaleros asalariados sino como esclavos de amor. Me explico...

Traducido del original francés conservando en todo lo posible la forma de hablar del Santo

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