65. Sin embargo, mi amable Maestro, la mayor parte de los sabios,
en castigo de su orgullo, no alejarían más [a los demás] de la devoción a
vuestra Santa Madre, y no transmitirían más indiferencia [hacia ella] que si
todo lo que acabo de decir no fuera cierto.
Guárdame, Señor, guárdame de sus sentimientos y sus prácticas, y
dadme alguna parte de los sentimientos de agradecimiento, de estima, de respeto
y de amor que tenéis por vuestra Santa Madre, para que yo Os ame y glorifique
tanto más que Os imite y Os siga más de cerca.
66. Como si hasta aquí no hubiese dicho nada en honor de vuestra Santa
Madre, concededme la gracia de alabarla dignamente: Fac me digne tuam Matrem collaudare, a pesar de todos sus enemigos,
que son los vuestros, y que yo les diga en alta voz con los santos: “Non
praesumat aliquis Deum se habere propitium qui benedictam Matrem offensam
habuerit. - Que no presuma de recibir la misericordia de Dios, aquel que ofenda
a su Santa Madre”.
67. Y para obtener de vuestra misericordia una verdadera devoción a
vuestra Santa Madre, y para inspirarla a toda la tierra, haced que yo Os ame
ardientemente, y recibid para ello la oración ardiente que Os hago con San
Agustín [*] y vuestros verdaderos amigos
[(*) Meditationum, lib.
I, cap. XVIII, n. 2 (inter opera S. Augustini)]:
“+ Tu es Christus, pater meus sanctus, Deus meus pius, rex meus
magnus, pastor meus bonus, magíster meus unus, adjutor meus optimus, dilectus
meus pulcherrimus, panis meus vivus, sacerdos meus in aeternum, dux meus ad
patriam, lux mea vera, dulcedo mea sancta, via mea recta, sapientia mea
praeclara, simplicitas mea pura, concordia mea pacifica, custodia mea tota,
portio mea bona, salus mea sempiterna…
“Christe Jesu, amabilis Domine, cur amavi, quare concupivi in omni
vita mea quidquam praeter te Jesum Deum meum? Ubi eram quando tecum mente non
eram?
“Jam ex hoc nunc, omnia desideria mea, incalescite et effluite in
Dominum Jesum; currite, satis hactenus tardastis; properate quo pergitis;
quaerite quem quaeritis. Jesu qui non amat te anathema sit; qui te non amat
amaritudinibus repleatur…
“O dulcis Jesu, te amet, in te delectetur, te admiretur omnis
sensus bonus tuae conveniens laudi.
“Deus cordis mei et pars mea, Christe Jesu, deficiat cor meum
spiritu suo, et vivas tu in me, et concalescat in spiritu meo vivus carbo
amoris tui, et excrescat in ignem perfectum; ardeat jugiter in ara cordis mei,
ferveat in medullis meis, flagret in absconditis animae meae; in die
consummationis meae consummatus inveniar apud te…Amen.”
He querido poner en latín esta admirable oración de San Agustín
para que las personas que lo entiendan la recen todos los días para pedir el
amor de Jesús que buscamos por la divina María.
Agregamos la oración en castellano:
Oración de San
Agustín
Tú eres,
Cristo, mi padre santo, mi Dios lleno de misericordia, mi rey infinitamente
grande; Tú eres mi buen pastor, mi único maestro, mi excelente auxilio, mi bienamado de belleza
arrobadora, mi pan vivo, mi sacerdote
eterno; Tú eres mi guía hacia la patria, mi luz verdadera, mi dulzura santísima,
mi camino recto; Tú eres mi sabiduría radiante de claridad, mi
simplicidad pura y sin mancha, mi concordia pacífica, mi entera custodia, mi
herencia preciosa, mi salvación eterna…
Oh
Jesucristo, amable Señor, ¿por qué he amado, por qué he deseado en toda mi vida
otra cosa sino Vos? ¿Dónde estaba cuando no pensaba en Ti? Ah, que al menos
desde este momento mis deseos se inflamen y desborden en Jesús, mi Señor; corred, que ya bastante habéis tardado; daos
prisa de alcanzar el fin al que aspiráis, buscad realmente a quien
buscáis.
Oh Jesús,
que quien no te ama, sea anatema! Que quien no te ama sea colmado de amarguras!
Dulce Jesús, que yo te ame, que en ti me deleite, que en ti se admire todo buen
corazón preparado para tu gloria.
Dios de
mi corazón y de mi herencia, Cristo Jesús, que mi corazón desfallezca en
lo más íntimo, y que seas Tú quien vivas en mí, y que arda en mi espíritu
la brasa viva de tu amor, y crezca hasta ser fuego perfecto; que arda
perennemente en el altar de mi corazón, que inflame mis entrañas, que incendie
las profundidades de mi alma; que en el día de mi consumación comparezca
consumado ante Ti. Amén.
Traducido del original francés conservando todo lo posible la forma de hablar del Santo
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