64. Ante esto, mi amable Maestro, ¿no es cosa sorprendente y
lamentable ver la ignorancia y las tinieblas de todos los hombres de este mundo
con respecto a vuestra santa Madre?
No me refiero tanto a los idólatras y paganos que, no conociéndoos,
no se han ocupado de conocerla; tampoco
me refiero a los herejes y cismáticos que, habiéndose separado de Vos y de
vuestra Santa Iglesia, no se cuidan de ser devotos de vuestra Santa Madre.
Hablo de los cristianos católicos, e incluso de los doctores entre los
católicos que, haciendo profesión de enseñar las verdades a los otros, no Os
conocen, ni a vuestra Santa Madre, sino de un modo especulativo, seco, estéril
e indiferente.
Estos señores no hablan sino rara vez de vuestra Santa Madre y de
la devoción que se le debe tener, pues temen –según dicen- que se abuse de ello,
que se Os haga injuria honrando demasiado a vuestra Santa Madre.
Si ven u oyen a algún devoto de la Ssma. Virgen hablar con
frecuencia de la devoción a esta buena Madre, de un modo tierno, fuerte y
persuasivo, como de un medio seguro, sin ilusión, de un camino corto, sin
peligro, de una vía inmaculada sin imperfección y de un secreto maravilloso
para encontraros y amaros perfectamente, claman contra de él y le dan mil
falsas razones para probarle que no debe hablar tanto de la Virgen, que hay grandes abusos
en esta devoción, y que hace falta aplicarse a destruirlos y a hablar de Vos
más que a llevar los pueblos a la devoción a la Ssma. Virgen a quien ya aman
bastante.
Algunas veces se les oye hablar de la devoción a vuestra Santa
Madre, no para inculcarla y persuadir de ella, sino para destruir los abusos
que se cometen, mientras que estos señores son sin piedad y sin devoción tierna
por Vos, pues no la tienen por María. Consideran el rosario, el escapulario, el
tercio, como devociones de mujercitas, propias de ignorantes, sin las cuales se
puede alcanzar la salvación.
Y si cae en sus manos algún devoto de la Santa Virgen que reza su
rosario o practica alguna otra devoción en su honor, le cambian pronto el
espíritu y el corazón. En lugar del rosario, le aconsejan rezar los siete
salmos; en lugar de la devoción a la Santa
Virgen, le aconsejan la devoción a Jesucristo.
Oh mi amable Jesús,
¿tienen estos tales vuestro espíritu?
¿Os complacen actuando así?
¿Es de vuestro agrado no hacer todos los esfuerzos para complacer a
vuestra Madre por temor a desagradaros?
La devoción a nuestra Santa Madre ¿impide la vuestra?
¿Se atribuye Ella el honor que se le rinde?
¿Forma, acaso, un bando aparte?
¿Se trata de una extranjera, sin lazo alguno con Vos?
¿Quererla complacer es desagradaros?
Darse a Ella y amarla ¿es separarse o alejarse de vuestro amor?
San Luis María Grignion de Montfort, Traité de la Vraie Dévotion à la Sainte Vierge, ít. 64, pp. 63-4, PÈRES MONTFORTAINS, Louvain (Belgique), 6e édition, 48e-62e mille
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