En el Rosario meditado, San Luis María Grignion de Montfort nos llena de gozo comentando que la Natividad de la Virgen, "alegró a todo el universo". Como un repique de campanas mariales, parece oirse el eco de su Pequeña Corona: "¡¡Alégrate, Virgen María, alégrate mil veces!!"
Contempla alturas sublimes y sumamente concretas como "la predestinación eterna de María como obra maestra de las manos de Dios", "su Inmaculada Concepción y la plenitud de gracia y raciocinio en el seno de su madre, Santa Ana", su papel como "Reina del Cielo y de la tierra, de los Angeles y de los hombres", y de "aplastadora y ruina del demonio y de las herejías".
Hoy vemos al mundo y a este continente católico en particular, acosado por los peores errores y por acciones sistemáticas inspiradas en ellos: el totalitarismo socialista, la teología de la liberación, la masificación, la pornografía, por citar algunos; errores personificados por déspotas anticristianos llenos de soberbia y del poder que la Revolución anticristiana pone en sus manos. Que la Ssma. Virgen actúe contra el mal y los malos, e impida toda tentativa de descristianizar estas tierras bendecidas por Ella.
En el "Tratado", San Luis María afirma que "la devoción a María será más especialmente necesaria en los últimos tiempos", y agrega:
"Por María comenzó la salvación del mundo, y por María debe consumarse. María apenas se dio a conocer en la primera venida de Jesucristo, a fin de que los hombres, todavía poco instruidos y amaestrados acerca de la persona de su Hijo, no se apartasen de la verdad y se aficionasen demasiado e imperfectamente a Ella...".
"Pero en la segunda venida de Jesucristo, María habrá de ser conocida y revelada por el Espíritu Santo, a fin de lograr que por Ella los hombres conozcan, amen y sirvan a Jesucristo, ...".
En el día de la Natividad de la Virgen, pedimos a Nuestro Señor por intermedio de su Ssma. Madre, que haga llegar cuanto antes esos benditos días en que "las almas respirarán a María como los cuerpos respiran el aire" y se concrete sobre la tierra el ideal pontificio expresado tan magníficamente por el gran Papa San Pío X: la plenitud de la civilización cristiana, que será, en consecuencia, "cristiana y mariana".
"Por fin mi Inmaculado Corazón triunfará", es la promesa que Ella nos hizo en Fátima. En este día de la Natividad de María Santísima, esperamos su cumplimiento con ardor y confianza!
No hay comentarios:
Publicar un comentario