Capítulo II – Verdades
fundamentales
de la devoción a la Ssma. Virgen
60. Habiendo mostrado hasta aquí algo de la necesidad que tenemos
de la devoción a la Ssma. Virgen,
es necesario decir en qué consiste esta devoción, lo que haremos, con la ayuda
de Dios, después de haber expuesto algunas verdades fundamentales que arrojarán
luz sobre esta grande y sólida devoción que deseo descubrir.
Artículo I
Jesucristo es el fin último
de la devoción a la Santísima Virgen
Primera verdad
61. Jesucristo, nuestro Salvador, verdadero Dios y verdadero
hombre, debe ser el fin último de todas nuestras devociones; de lo contrario,
serían falsas y engañosas. Jesucristo es el alfa
y la omega, el principio y el fin
de todas las cosas.
No trabajamos, como dice el Apóstol, más que para hacer a todo
hombre perfecto en Jesucristo, pues en El solo habitan toda la plenitud de la Divinidad y todas las
otras plenitudes de gracias, de virtudes y de perfecciones; pues es en El solo
que hemos sido bendecidos de toda bendición espiritual; pues es nuestro único
Maestro que debe enseñarnos, nuestro único Señor de quien debemos depender,
nuestra única cabeza a la que debemos estar unidos, nuestro único modelo al que
debemos conformarnos, nuestro único médico que nos ha de curar, nuestro único
pastor que nos ha de alimentar, nuestra única vía que nos ha de conducir,
nuestra única verdad que debemos creer, nuestra única vida que nos ha de
vivificar y nuestro único todo que en todas las cosas debe bastarnos.
No nos ha sido dado otro nombre bajo el cielo que el nombre de
Jesús, para ser salvados. Dios no nos ha puesto otro fundamento de nuestra
salvación, de nuestra perfección y de nuestra gloria que Jesucristo: todo
edificio que no esté construido sobre esta piedra firme está fundado sobre
arena movediza y tarde o temprano caerá infaliblemente.
Todo fiel que no esté unido a El como un sarmiento al tronco de la
viña caerá, se secará y no servirá más que para ser arrojado al fuego.
Si estamos en Jesucristo y Jesucristo en nosotros, no debemos temer
condenación alguna; ni los ángeles de los cielos ni los hombres de la tierra,
ni los demonios de los infiernos, ni ninguna otra criatura podrá hacernos daño,
pues no nos puede separar de la caridad de Dios que está en Jesucristo. Por
Jesucristo, con Jesucristo, en Jesucristo, lo podemos todo: rendir al Padre todo
honor y gloria, en unidad del Espíritu Santo; hacernos perfectos y ser a
nuestro prójimo buen olor de vida eterna.
62. Así, si establecemos la sólida devoción a la Santísima Virgen,
no es sino para establecer más perfectamente la de Jesucristo, no es sino para brindar
un medio fácil y seguro de encontrar a Jesucristo. Si la devoción a la Santísima Virgen
alejara de Jesucristo, habría que rechazarla como una ilusión del diablo;
pero ¡bueno fuera! Muy por el
contrario, como he mostrado y he de seguir
haciéndolo más adelante, esta devoción nos es necesaria para encontrar
perfectamente a Jesucristo, amarlo tiernamente y servirlo fielmente.
* * *
Traducido del original francés por nuestra Redacción, conservando todo lo posible las expresiones del Santo
© Traducido del original francés, tratando de conservar el estilo de San Luis María Grignion de Montfort, por la Redacción de ipsaconteret.blogspot.com - Luis María Mesquita Errea - Elena B. Brizuela y Doria de Mesquita E. - Ezequiel María Benedicto Mesquita
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