


En este ítem nos habla de que Ella es el paraíso terrenal de donde fueron arrojados Adán y Eva pecadores, para pasear con Dios; la tierra virgen y bendita para alimentarse, la fuente que surge con fuerza y en abundancia para beber sus aguas cristalinas y santificarse. Todo un filón dorado y marial de ideas, de misterios de la Fe, sobre la vida de la gracia en las almas y en la sociedad, de las riquezas de las bodegas de Dios que El confió a Nuestra Señora para levantar las almas caídas por la atmósfera de pecado creada por la Revolución anticristiana, para edificar sobre sus ruinas el Reino de Maria.
45. Es sólo a María a quien Dios ha dado las llaves de las bodegas (1) del divino amor y el poder de entrar, y de hacer entrar a los otros, en las vías más sublimes y más secretas de la perfección. Es sólo María quien les franquea a los miserables hijos de Eva, la infiel, la entrada en el paraíso terrenal, para pasear allí agradablemente con Dios, para esconderse seguramente en él contra sus enemigos, para alimentarse deliciosamente, y sin temerle ya a la muerte, del fruto de los árboles de la vida y de la ciencia del bien y del mal, y para beber a largos tragos las aguas celestiales de esta bella fuente que allí surgen fuerte y abundantemente; o, más bien, como Ella misma es ese paraíso terrenal o esa tierra virgen y bendita de la que fueron expulsados Adán y Eva pecadores, no les permite entrar sino a aquellos y aquellas que le place para que lleguen a ser santos.
1) Cantares, I,3.