martes, 24 de noviembre de 2020

Allí donde está María el espíritu maligno no está (TVD 166)

 


166. Allí donde está María el espíritu maligno no está. Y una de las señales más infalibles de que somos conducidos por el buen espíritu es el ser muy devotos de María, pensar a menudo en Ella, y hablar a menudo de Ella. Es el pensamiento de un santo N.1, quien añade que así como la respiración es señal clara de que el cuerpo no está muerto, el pensamiento frecuente y la invocación amorosa de María es una señal cierta de que el alma no está muerta por el pecado.

N.1: San Germán de Constantinopla, (Orat. In Encoenia venerandae aedis B.V., cit. S.A. VI, 51)

lunes, 23 de noviembre de 2020

Una de las razones de por qué son tan pocas las almas que llegan a la plenitud de Jesucristo es que María no está suficientemente formada en sus corazones (TVD, 164-5)

 

El milagroso cuadro de Mater Boni Consilii a Genazzano


164. 2º. Esta devoción es un medio seguro para ir a Jesucristo, porque lo propio de la Santísima Virgen es conducirnos seguramente a Jesucristo, así como lo propio de Jesucristo es conducirnos seguramente al Padre eterno. Y no se crean, pues, falsamente las personas espirituales que María les sea un impedimento para llegar a la unión divina. Porque, ¿sería posible que la que halló gracia delante de Dios para todo el mundo en general, y para cada uno en particular, le sea un impedimento a un alma para encontrar la gran gracia de la unión con Él? ¿Sería posible que aquella que fue toda llena y sobreabundante de gracias, (y) tan unida y transformada en Dios, que fue necesario que se encarnase en Ella, impida que un alma esté perfectamente unida a Dios?

Ciertamente que la vista de las otras creaturas, aunque santas, podría tal vez, en ocasiones, retardar la unión divina; pero no María, como he dicho y no me cansaré de decirlo siempre. Una de las razones que explican por qué son tan pocas las almas que llegan a la plenitud de la edad de Jesucristo es el que María –que es, ahora como siempre, la Madre del Hijo y la Esposa fecunda del Espíritu Santo– no está bastante formada en sus corazones. Quien quiera tener el fruto bien maduro y bien formado, debe tener el árbol que lo produce. Quien quiera tener el fruto de vida -Jesucristo-, debe tener el árbol de vida que es María. Quien quiera tener en sí la operación del Espíritu Santo, debe tener a su Esposa fiel e indisoluble, la divina María, que lo hace fértil y fecundo, como lo hemos dicho antes.

165 Persuádete, pues, de que cuanto más mires a María en tus oraciones, contemplaciones, acciones y padecimientos –si no de manera clara y explícita, al menos con una mirada general e implícita–, y más perfectamente hallarás a Jesucristo, que está siempre con María, grande, poderoso, operante e incomprensible, y más que en el cielo y en ninguna otra creatura del universo.

Así, bien lejos de que la divina María, toda perdida en Dios, se convierta en un obstáculo a los perfectos para llegar a la unión con Dios, no ha habido hasta ahora y no habrá jamás creatura que nos ayude más eficazmente en  esta gran obra; ya sea por las gracias que para ello te comunicará -pues nadie se  llena del pensamiento de Dios sino por Ella, dice un santo N.1: Nemo cogitatione Dei repletur nisi per te; ya por las ilusiones y engaños del maligno espíritu, de los que Ella te protegerá.

N.1: S. Germán de Constantinopla (Sermo 2 in Dormitione, cit. S.A. VI, 37)

domingo, 22 de noviembre de 2020

Jamás ningún Papa ha condenado a esta devoción: "Y es que no se lo podría hacer sin trastornar los fundamentos del cristianismo" (TVD, 163)

 


163. Se pueden leer en el (citado) libro de Monsieur Boudon N.1) los nombres de los diferentes papas que han aprobado esta devoción, de los teólogos que la han examinado, las persecuciones contra ella y sobre las cuales ha triunfado, y los millares de personas que la han abrazado, sin que jamás ningún papa la haya condenado. Y es que no se lo podría hacer sin trastornar los fundamentos del cristianismo.

Se mantiene, pues, constante, que esta devoción no es en absoluto nueva y que, si no es corriente, se debe a que es demasiado preciosa para ser saboreada y practicada por todo el mundo.

N.1) ver ít. 159

Comentario de IPSA CONTERET:

Traité de la Vraie Dévotion à la Sainte Vierge

PÈRES MONTFORTAINS (Cie de Marie)


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sábado, 21 de noviembre de 2020

JESUCRISTO, Su Vida, Su Pasión, Su triunfo, del Padre Berthé - Cap. VI - Los Reyes de Oriente

 


CAPÍTULO VI. Los reyes de Oriente.

LOS TRE S MAGOS. - LA ESTRELLA MISTERIOSA. - EL VIAJE. - LLEGAD A JERUSALÉN. - PÁNICO DE HERODES. - REUNIÓN DEL GRAN CONSEJO. - EN CAMINO HACIA BELÉN. - ADORACIÓN DE LOS MAGOS. (Matth. II, 1-12.)

MIENTRAS que Jesús Salía de Jerusalén ignorado de todos, con excepción de un anciano y de una pobre viuda, Dios preparaba un acontecimiento que obligaría á los doctores, al Sanhedrín y al mismo rey Herodes á fijar su atención en el recién nacido.

Más allá de las fronteras de Israel, bajo el hermoso cielo de Oriente, existían pueblos que esperaban también un Salvador. Persas, Arabes y Caldeos, alimentaban esta misma esperanza. Cuando los Hebreos desterrados lloraban en las márgenes del Eufrates, los sabios del país los interrogaban acerca de sus destinos, hojeaban con ellos los libros proféticos y se iniciaban en los secretos del porvenir. Sabían que la venida del Mesías de Israel sería anunciada por un signo celeste, porque un profeta, hablando de él, había dicho: «Yo lo veo, pero no existe aún. Lo contemplo, aunque todavía está lejos. Una estrella brillará sobre Jacob y un cetro se levantará en Israel». Habituados á leer en los fenómenos celestes el presagio de los grandes acontecimientos, los sabios grabaron en su memoria el recuerdo de esta predicción.

Un día, tres jefes de tribu, mirando el firmamento, observaban con atención las estrellas que conocían por sus nombres, como conoce el hortelano las plantas que riega cada mañana. De improviso ¡oh prodigio! notaron un astro nuevo de magnitud extraordinaria y brillo maravilloso. Al mismo tiempo, una voz interior les hizo comprender que aquella estrella anunciaba el nacimiento del gran rey esperado por los Judíos.

Pero esto no era todo: una fuerza extraña, sobrehumana, les impelía irresistiblemente á ponerse en busca de aquella Majestad divina. A todas las dificultades, la voz interior respondía que la brillante estrella les guiaría en todos los caminos que hubieran de recorrer. Fieles al celestial atractivo, los tres magos, (así se les llamába) se decidieron á emprender un viaje cuyo término ignoraban.

Acompañados de sus servidores y provistos de ricos presentes, se pusieron en marcha con los ojos fijos en la estrella misteriosa. Por largo tiempo la caravana siguió el derrotero de Abraham al emigrar de la Caldea; por muchos días las ágiles cabalgaduras removieron la arena del desierto; la estrella marchaba siempre. En fin, llegaron á las orillas del Jordán y luego al monte de los Olivos frente á Jerusalén.

A la vista de la gran ciudad y del famoso templo que ostentaba ante sus ojos la masa imponente de sus muros y torres, los Magos se detuvieron creyendo que aquella era la ciudad del gran rey. Al mismo tiempo la estrella desapareció, lo cual les indujo á creer que habían llegado al término de su peregrinación. Apresuráronse, pues, á entrar en la ciudad santa y preguntaron con toda ingenuidad á sus habitantes: «¿Dónde está el rey de los Judíos que acaba de nacer?» .

Con gran asombro respondieron los interrogados que Herodes, rey de los Judíos, tenía el cetro en sus manos hacía ya treinta y seis años y que no tenían noticia de que hubiese nacido un nuevo príncipe. «Sin embargo, exclamaron los tres viajeros, hemos visto en Oriente la estrella del nuevo rey y hemos venido á adorarle». Más y más sorprendidos, los Judíos se miraban unos á otros y comentando las extrañas palabras de aquellos extranjeros, se preguntaban con emoción si el rey anunciado por la estrella misteriosa no sería el Mesías esperado por Israel.

El mismo viejo Herodes, sabedor de las preguntas hechas por los magos comenzó á temblar en su palacio. ¿Un rey recién nacido? ¿Acaso el usurpador habría olvidado algún vástago de los Macabeos? ¿ O bien, el Mesías en quien los Judíos fundaban sus esperanzas de restauración nacional, había realmente aparecido? Devorado por la inquietud, el tirano reunió con presteza el gran Consejo compuesto de los príncipes de los sacerdotes y doctores de la Ley.

Según vuestros profetas, les dijo ¿dónde debe nacer el Cristo que esperáis? — « En Belén de Judá», repondieron unánimemente. Y citaron como prueba la profecía de Miqueas.

Feliz al saber donde podía encontrar á su odiado rival, si por acaso existía, Herodes despidió á sus consejeros; pero para completar sus informaciones, quiso interrogar él mismo á los tres viajeros sobre las malhadadas preguntas que causaban su turbación. Disimulando la importancia que daba á este incidente, los hizo venir secretamente á su palacio, se informó por ellos de la significación de la estrella, del momento preciso de su aparición y de todas las circunstancias que podían revelarle la edad del niño; luego, fingiendo tomar parte en sus piadosas intenciones les dijo: «Id á Belén, allí le encontraréis. Buscadle con cuidado, y cuando le hayáis encontrado, hacédmelo saber, para ir yo también á adorarlo».

Desde este momento, un nuevo homicidio quedó resuelto en el corazón de Herodes; con todo, temeroso de exasperar á los Judíos, que confiaban en que el Mesías rompería sus cadenas, resolvió hacerlo desaparecer sin ruido. De esta manera había hecho ahogar á su cuñado Aristóbulo pocos años antes, vistiéndose de pomposo luto para ocultar su crimen á los ojos de la nación.

Los magos no podían penetrar los pensamientos de Herodes. Llenos de confianza en sus palabras, tomaron sin vacilar la ruta de Belén, felicitándose de esta determinación, pues apenas salieron de Jerusalén, volvieron á ver á su guía milagroso, que marchaba delante de ellos como en los desiertos del Oriente, encaminándolos á la ciudad de David.

Los piadosos extranjeros avanzaban en santo recogimiento, cuando de repente la estrella se detiene. Inmóvil en el cielo, proyectaba sus rayos sobré un punto fijo y parecía decir: Allí está el que buscáis. Mas no vieron ni templo, ni palacio, ni tienda real, sino una choza (1) semejante á las demás. Entraron sin embargo y se encontraron en presencia de una mujer que tenía á un niño recién nacido en sus brazos y de un hombre que contemplaba en silencio á aquellas dos celestiales criaturas.

(1) Según la tradición popular, los magos adoraron al Niño-Jesús en el establo de Belén diez días sólamente después de su nacimiento. Graves dificultades nos inclinan á creer con muchos intérpretes, que la visita de los magos no se verificó sino después de la Presentación y en una casa de Belén. Desde luego ¿cómo conciliar la tradición con el texto de San Mateo que muestra á los magos entrando, no en un establo, sino en una casa: et intrantes domum adoraverunt eum? Además, se comprende que la santa Familia haya pasado por necesidad algunos días en el establo de Belén; pero no se ve claro por qué San José la hubiera dejado allí semanas enteras. En fin, si se admite que los magos han conferenciado con Herodes sobre el nuevo rey de los Judíos un mes antes de la Presentación, se seguiría que, engañado por ellos, el asesino habría diferido durante un mes, á pesar de su cólera y de sus sospechas, la matanza de los inocentes. Se seguiría también que José y María, no obstante el furor de Herodes, iratus est valde, habrían llevado el Niño á Jerusalén y al Templo, es decir, á las manos del tirano, en lugar de ocultarlo á la vista de todos. El capítulo siguiente mostrará mejor aún, que la huida á Egipto y la matanza de los Inocentes han seguido inmediatamente á la partida de los magos.

Apenas fijaron su mirada en la santa Familia, un sentimiento del todo divino penetró en el alma de los tres viajeros. Parecióles que la humilde casa brillaba con un resplandor tan dulce y vivo á la vez, que se creyeron transportados al cielo. Al mismo tiempo, la voz interior que les había impelido á este viaje, les manifestó que bajo los pobres pañales que cubrían al niño, se ocultaba el Hijo de Dios hecho hombre. Con los ojos humedecidos en lágrimas se prosternaron á sus pies y le adoraron.

Reyes de las tribus del Oriente, declaráronse vasallos del gran Rey y le ofrecieron el homenaje de sus coronas. Y cuando sus servidores hubieron descargado á las bestias de las valiosas ofrendas que conducían, ofrecieron oro á su Rey, incienso á su Dios y mirra al Redentor que venía á dar su vida por la salvación del mundo.

Así se cumplían de la manera más inesperada las palabras del profeta: «Levántate Jerusalén; la gloria del Señor ha brillado sobre ti. Las naciones marchan á tu luz y los reyes al resplandor de tu sol. Te verás inundada de camellos y dromedarios de Madián y de Efa. Vendrán de Sabá trayéndo el oro y el incienso y cantando las alabanzas del Señor. Desde aquel día, Jehová no será sólo el Dios de Israel; traerá á los pies de su Hijo, á los Judíos y á los gentiles, á los pastores de Belén y á los reyes de Oriente”.

Embriagados de divinos consuelos, los magos hubieran querido prolongar su permanencia cerca del divino Niño; pero, avisados por el cielo, se alejaron rápidamente de Belén. Dios les reveló en sueños los proyectos homicidas de Herodes y como ellos habían prometido al tirano darle cuenta de lo que supiesen referente al nuevo rey de los Judíos, dióseles la órden de no volver á Jerusalén, sino regresar á su país por distinto camino. Dóciles á la voz del Señor, tomaron por el sur el camino de la Arabia, salvaron en pocas horas los confines de la Judea y continuaron su viaje costeando las extremidades del desierto. Mensajeros de Dios, no cesaban de referir, á su paso, lo que habían visto y oído; de manera que en Oriente como en las montañas de Judá se esparció la buena nueva: «El Cristo esperado desde tantos siglos, ha nacido en Belén. »

Misioneros en Polonia y diferentes reinos, el R. P. Cornelio a Lápide, príncipes , princesas, duques y cardenales abrazaron esta devoción - La refutación "poderosa" del Card. de Bérulle a los críticos y libertinos (TVD, 161-2)

 

Cardenal de Bérulle

Mons. Fernando de Baviera, Arzobispo de Colonia

El gran teólogo Cornelio a Lápide, que examinó "maduramete" la sagrada esclavitud a pedido de Obispos y teólogos alabándola con piedad profunda  

161. Los RR. PP. Teatinos, el siglo pasado, establecieron esta devoción en Italia, Sicilia y Saboya.

El R. P. Estanislao Phalacius, de la Compañía de Jesús, dio a conocer maravillosamente esta devoción en Polonia 1).

El P. de Los Ríos, en su libro antes citado, consigna los nombres de los príncipes, princesas, duques y cardenales de diferentes reinos que abrazaron esta devoción.

El R. P. Cornelio de Lapide, tan recomendable por su piedad como por su ciencia profunda, habiendo recibido de varios obispos y teólogos el encargo de examinar esta devoción,  después de haberla examinado con madurez, hizo de ella alabanzas dignas de su piedad, y varios otros grandes personajes siguieron su ejemplo.

Los RR. PP. Jesuitas, siempre celosos en el servicio de la Santísima Virgen, presentaron, en nombre de los congregantes de Colonia, un pequeño tratado de esta devoción 2) al duque Fernando de Baviera – entonces arzobispo de Colonia–, quien le dio su aprobación y el permiso de hacerlo imprimir, exhortando a todos los párrocos y religiosos de su diócesis a difundir en toda la medida posible esta sólida devoción.

N.1.El rey de Polonia, Ladislao IV, habiéndose hecho inscribir en Lovaina, encargó a los Padres Jesuitas predicarla en su reino. (Cf. S. A. XI, 124 y ss.).

N.2 Titulado Mancipium Virginis, El esclavo de la Virgen, Colonia, 1634. (Cf. Kronenburg, VII, 316-7).

 

162. El cardenal de Bérulle, cuya memoria bendice toda Francia, fue uno de los más celosos en propagar por Francia esta devoción, a pesar de todas las calumnias y persecuciones que le hicieron los críticos y los libertinos. Estos lo acusaron de novedad y superstición, y escribieron y publicaron contra él un escrito difamatorio, y se sirvieron –o más bien el demonio por su ministerio– de mil argucias para impedirle divulgar por Francia esta devoción. Pero este grande y santo varón no respondió a sus calumnias sino con su paciencia, y a las objeciones contenidas en su libelo con un breve escrito en que los refuta poderosamente, mostrándoles que esta devoción se funda en el ejemplo de Jesucristo, las obligaciones que tenemos para con Él y en los votos que le hicimos en el Santo Bautismo. Y es particularmente con esta última razón que le cierra la boca a sus adversarios, haciéndoles ver que esta consagración a la Santísima Virgen, y a Jesucristo por manos de Ella, no es otra cosa que una perfecta renovación de los votos y promesas del Bautismo. Añade muchas cosas bellas sobre esta devoción, que pueden leerse en sus obras.

Comentario de IPSA CONTERET:

Traité de la Vraie Dévotion à la Sainte Vierge

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viernes, 20 de noviembre de 2020

El Beato Simón de Rojas puso en boga esta devoción por toda España y Alemania, con el apoyo del Papa, del Emperador Fernando II de Alemania y del rey Felipe III de España (TVD, 160)

 

Beato P. De Rojas

S.M.C. Felipe III de España

El gran Emperador del Sacro Imperio Fernando II de Austria

160. El P. Simón de Rojas, de la Orden de la Trinidad, llamada de la Redención de los Cautivos, predicador del rey Felipe III, puso en boga esta devoción por toda España 1) y Alemania 2);  y obtuvo de Gregorio XV,  a instancias de Felipe III, grandes indulgencias para quienes la practicasen.

El R. P. (Bartolomé) de Los Ríos, de la Orden de San Agustín, se aplicó con su íntimo amigo, el (Beato Simón) P. de Rojas, a extender esta devoción por sus escritos y sus palabras en España y Alemania 3). El compuso un grueso volumen titulado Hierarchia Mariana 4), en el que trata con tanta piedad como erudición de la antigüedad, excelencia y solidez de esta devoción 5).

1. En el año 1611.

2. El propio Emperador Fernando II hizo esta consagración con toda su corte en 1640.

3. El estableció esta devoción especialmente en Bélgica, con Lovaina, Malinas y Bruselas como principales centros (cf. S.A. X, 923 y ss.).

4. Editado en Amberes en 1641.

5.Ella fue aprobada por los obispos de Malinas, Cambrai y Gante.

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Esta devoción es un camino seguro para ir a Jesucristo y adquirir la perfección uniéndonos a El (TVD, § 4º, 159)

 

El rey Dagoberto II, esclavo de la Virgen


El caballero Vautier de Birbak hizo su consagración a la Virgen

El Abad San Odilón de Cluny, uno de los primeros esclavos de María 

 
San Pedro Damián, Cardenal  y Doctor de la Iglesia, refiere que su hermano Marín se consagró como eslavo a la Virgen de manera muy edificante



§
Esta devoción es un camino seguro

159.Esta devoción a la Santísima Virgen es un camino seguro para ir a Jesucristo y adquirir la perfección uniéndonos a El.

1º Porque esta práctica que enseño no es nueva; es tan antigua, que no se puede señalar con precisión sus principios, como dice Monsieur Boudon 1), muerto hace poco en olor de santidad, en un libro que escribió sobre esta devoción; es cierto, sin embargo, que se encuentran vestigios de ella en la Iglesia 2) hace más de setecientos años.

San Odilón, abad de Cluny, que vivió por los años 1040, fue uno de los primeros que la practicaron públicamente en Francia, como se consigna en su vida.

El (santo) Cardenal Pedro Damián 3) refiere que en el año 1016 el beato Marín, su hermano, se hizo esclavo de la Santísima Virgen en presencia de su director, de modo muy edificante; pues se echó la cuerda al cuello, tomó la disciplina y puso sobre el altar una suma de dinero como señal de vasallaje y consagración a la Santa Virgen. Y lo continuó tan fielmente por toda su vida que mereció en su muerte ser visitado y consolado por su buena Señora, y recibir de sus labios las promesas del paraíso, en recompensa de sus servicios 4).

Cesáreo Bolando 5) hace mención de un ilustre caballero, Vautier de Birbak, pariente cercano de los duques de Lovaina, que, por el año 1300, hizo esta consagración de sí mismo a la Santa Virgen 6).

Esta devoción fue practicada privadamente por varios particulares hasta el siglo XVII, en que se hizo pública.

1)    1)Doctor en Teología y gran Archidiácono de Evreux, autor del libro“La santa esclavitud a la admirable Madre de Dios”, y de numerosas obras más, todas impregnadas de una ardiente devoción a la Santa Virgen.

2)    2) El santo Rey Dagoberto II (s. VII) también se consagró a la Santa Virgen en calidad de esclavo (cit. por Kronenburg, Maria’s Heerlijkheid, I, 29. Asimismo el Papa Juan VII (701-707), cit. S.A. x, 627.

3)    3) Declarado Doctor de la Iglesia, por León XII.

4)    4) Cf. S.A. x, 1310 y ss.

5)    5) Cesarius d’Heisterbach

6)    6) Cf. S.A., XI, 347 y ss.

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miércoles, 18 de noviembre de 2020

'Antes que tomar aquel camino presuntamente tan perfecto..., yo preferiría seguir el camino inmaculado de María' (TVD, § 3°, 158)

 



158. Que me abran un nuevo camino para ir a Jesucristo, y que ese camino esté pavimentado con todos los méritos de los bienaventurados, adornado con todas sus virtudes heroicas, alumbrado y embellecido con todas las luces y bellezas de los ángeles, y que todos los ángeles y santos estén allí para conducir, defender y sostener a aquellos y aquellas que quieran ir por él; en verdad, en verdad, afirmo audazmente, y digo la verdad, que antes que tomar aquel camino presuntamente tan perfecto, yo preferiría seguir el camino inmaculado de María: Posui immaculatam viam meam 1), senda y camino sin mancha ni lodo alguno, sin pecado original ni actual, sin sombras ni tinieblas. Y si mi amable Jesús en su gloria viene una segunda vez al mundo (como es cierto que ha de venir), para reinar en él, no escogerá otro camino para su venida que la divina María, por la cual tan segura y perfectamente ha venido la primera vez.

La diferencia que habrá entre su primera y última venida es que la primera fue secreta y escondida, y la segunda será gloriosa y resplandeciente; pero ambas perfectas, porque ambas serán por María. ¡Ay! He aquí un misterio que no se comprende: Hic taceat omnis lingua 2).

1)      Ps. XVIII, 33: Hice inmaculado mi camino

2)      “¡Que aquí enmudezca toda lengua!"

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martes, 17 de noviembre de 2020

Esta devoción es un camino perfecto (TVD, § 3º, 157)

 


§ 3º Esta devoción es un camino perfecto

157. Esta práctica de devoción a la Santísima Virgen es un camino perfecto para ir y unirse a Jesucristo, porque la divina María es la más perfecta y la más santa de las puras criaturas, y Jesucristo, que vino de una manera perfecta a nosotros, no tomó otra ruta en su grande y admirable viaje. 

El Altísimo, el Incomprensible, el Inaccesible, El que Es, quiso venir a nosotros, gusanillos de la tierra, que nada somos. ¿Y cómo se hizo esto? El Altísimo descendió perfecta y divinamente por la humilde María hasta nosotros, sin perder nada de su divinidad y santidad; y es por María que los muy pequeños deben subir perfecta y divinamente al Altísimo, sin nada temer.

El Incomprensible se dejó comprender y contener perfectamente por la pequeña María, sin perder nada de su inmensidad; y es también por la pequeña María que debemos dejarnos contener y conducir perfectamente sin reserva alguna.

El Inaccesible se acercó, se unió estrechamente, perfectamente y aún personalmente a nuestra humanidad por María, sin perder nada de su majestad; y es también por María que hemos de acercarnos a Dios, y unirnos a su Majestad perfecta y estrechamente sin temor de ser rechazados.

Finalmente, Aquel que Es  quiso venir a lo que no es, y hacer que lo que no es llegue a ser Dios, o Aquel que es; y esto lo hizo perfectamente, entregándose y sometiéndose enteramente a la joven Virgen María, sin cesar de ser en el tiempo Aquel que es de toda la eternidad. Así también es por María que nosotros, aunque nada seamos, podemos llegar a ser semejantes a Dios por la gracia y la gloria, entregándonos a Ella tan perfecta y enteramente, que no seamos nada en nosotros mismos y todo en ella, sin temor de engañarnos.

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¿Por qué Jesús pasó casi toda su vida en sumisión y obediencia a su Madre? (TVD, 156)

 



156. ¿Por qué creéis que Jesús vivió tan poco en la tierra, y que, en los pocos años que vivió en ella, pasó casi toda su vida en sumisión y obediencia a su Madre? ¡Ah! Es porque, habiendo consumado en poco tiempo su carrera 1), vivió largos años, y más largamente que Adán, cuyas pérdidas vino a reparar, aunque éste haya vivido más de novecientos años; y Jesucristo vivió largamente porque vivió bien sumiso y bien unido a su Santa Madre para obedecer a Dios, su Padre; porque: 1°:  aquel que honra a su madre es semejante a un hombre que reúne un tesoro, dice el Espíritu Santo; es decir que aquel que honra a María, su Madre, hasta someterse a Ella, y obedecerle en todas las cosas, se hará muy rico, pues todos los días acumula tesoros por el secreto de esta piedra filosofal: Qui honorat matrem, quasi qui thesaurizat 2); 2°: porque, de acuerdo a una interpretación espiritual del Espíritu Santo: “Senectus mea in misericordia uberi – Mi vejez se encuentra en la misericordia del seno” 3): es en el seno de María que rodeó y engendró a un varón perfecto 4) , y que tuvo la capacidad de contener a Aquel que todo el Universo no abarca ni contiene 5); es en el seno de María, digo, donde los jóvenes se hacen viejos en luz, en santidad, en experiencia y en sabiduría, y llegan en pocos años a la plenitud de la edad de Jesucristo.

1) Cf. Sab., IV, 13

2) Eclesiástico, III, 5

3) Ps. XCI, 11

4) Cf. Jerem., XXXI, 22

5) Cf. Gradual de la Misa de la Santísima Virgen (de Pentecostés a Adviento); 1er Responsorio del Oficio de la Santa Virgen


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Traité de la Vraie Dévotion à la Sainte Vierge - San Luis María Grignion de Montfort

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lunes, 16 de noviembre de 2020

Esta devoción es un camino corto para encontrar a Jesucristo (TVD, § II,155)

 


§ II – Esta devoción es un camino corto

155. Esta devoción a la Santísima Virgen es un camino corto para encontrar a Jesucristo, ya sea porque en él no hay extravío, o porque, como acabo de decir, por él se camina con más alegría y facilidad y, por tanto, con más prontitud. Se avanza más, en poco tiempo de sumisión y dependencia de María, que en años enteros de voluntad propia y de apoyo en sí mismo; porque el varón obediente y sometido a la divina María cantará victorias 1) insignes sobre todos sus enemigos.  Ellos querrán impedirle caminar o hacerlo caer, es verdad; pero con el apoyo, la ayuda y la dirección de María, sin caer, sin retroceder y aún sin detenerse, avanzará a pasos de gigante hacia Jesucristo por el mismo camino por donde está escrito 2) que Jesús ha venido hacia nosotros a paso de gigante y en breve tiempo.

1) Prov., XXI, 28

2) Ps. XVIII, 6

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sábado, 14 de noviembre de 2020

JESUCRISTO, Su Vida, Su Pasión, Su triunfo, del Padre Berthé - Cap. V - La Presentación

 


CAPÍTULO V. La Presentación en el templo.

LA CIRCUNCISIÓN. — EL NOMBRE DE JESÚS. — PRESCRIPCIONES LEGALES — MARÍA EN EL TEMPLO. — PROFECÍA DE AGEO. — EL SANTO ANCIANO SIMEÓN. — « NUNC DIMITTIS”— GRAVE PREDICCIÓN. ANA, LA PROFETISA. PURIFICACIÓN Y PRESENTACION. (LUC. II, 21-38.)

AL octavo día después de su nacimiento, el Niño fué circuncidado en la gruta de Belén. José pronunció las palabras del rito sagrado: « Alabado sea nuestro Dios que ha impreso su ley en nuestra carne y marcado á sus hijos con el signo de la alianza para hacerlos partícipes de las bendiciones de Abraham nuestro padre ». (1).

(1)    Ver el Rational de Durand (edición Vives) III. 429.

 

El hijo de María llegaba á ser de esta manera hijo de Abraham, el hijo de la promesa, el hombre misterioso á quien Jehová, para consolar al santo patriarca, glorificaba con estas palabras: « Yo te daré un hijo en quien serán bendecidas todas las naciones de la tierra ».

El día de la circuncisión los padres acostumbraban imponer un nombre al recién nacido. El niño del pesebre fué llamado Jesús, es decir, Salvador. Nombre mil veces bendito que el ángel había traído del cielo para significar la misión del Verbo encarnado; nombre dulce á nuestros labios como la miel, á nuestros oídos como un cántico armonioso, á nuestro corazón como un gusto anticipado del Paraíso; (1) nombre sobre todo nombre, ante el cual se dobla toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los infiernos (2).

Después de esta ceremonia, José y María se establecieron en una humilde casa de Belén, creyendo que el Mesías debía residir en aquella ciudad de David designada por los profetas como su cuna y adonde una circunstancia providencial lo había conducido. Desde allí, el cuadragésimo día después del nacimiento de Jesús se dirigieron á Jerusalén para cumplir otras prescripciones legales.

Dios había dicho á Moisés: « La mujer que ha dado á luz un hijo, se abstendrá de asistir al templo durante cuarenta días. El día cuadragésimo, presentará al sacrificador un cordero de un año y una tortolilla en ofrenda por el pecado. Si no pudiera procurarse un cordero, ofrecerá dos tortolillas. El sacrificador rogará por ella y con esto, quedará purificada (3).— « Además, me serán consagrados los primogénitos. Los rescataréis al precio de cinco siclos de plata. Si vuestros hijos os interrogaren sobre este rescate, les responderéis que Jehová os sacó de Egipto inmolando todos los primogénitos de los Egipcios y que en recuerdo de esta libertad, le consagráis los primogénitos de vuestros hijos » (4).

Esta doble ley obligaba á todas las madres excepto á la Virgen Madre; y á todos los primogénitos éxcepto al NiñoDios. Evidentemente, la que concibió del Espíritu Santo y dió á luz al Santo de los Santos, no tenía mancha alguna de qué purificarse; así como el que nació para rescatar al mundo, no tenía necesidad de rescatarse á sí propio; pero quiso Dios dejar en la oscuridad de la vida común á los dos privilegiados de su corazón, para dar á la tierra una lección sublime de obediencia y humildad.

(1) San Bernardo. Off. S. Nom. Jesu,

(2) Ad Philipp. II. 9-10.

(3) Levit. XII.

(4) Exod, XIII.



En el día fijado por la ley, la divina familia se encaminó á la ciudad santa. María llevaba al Niño en sus brazos; seguíalos José con la humilde ofrenda que debía presentar la pobre madre. Después de algunas horas de marcha, entraron en Jerusalén. Los príncipes de los sacerdotes, pontífices y doctores, ni sospecharían acaso que pasaba delante de sus ojos aquel mismo Mesías cuyos gloriosos destinos tantas veces habían predicado al pueblo. Habrían respondido con una sonrisa de desprecio á quien les hubiera mostrado en ese niño al Libertador de Israel.

María se dirigió al templo, dichoso abrigo de sus primeros años. Al subir con Jesús por las gradas del majestuoso edificio, acordábase involuntariamente de la predicción del profeta Ageo. Quinientos años antes, los restos de las tribus cautivas vueltos de Babilonia, reedificaban la ciudad y el templo, y los ancianos no podían contener sus lágrimas al recordar las magnificencias desaparecidas para siempre. « No lloréis, exclamó entonces el profeta; esperad un poco y el Deseado de las naciones llenará de esplendor esta casa. La gloria del nuevo templo eclipsará la del primero ». (1) La predicción se cumplía en aquel día en que la presencia del Cristo glorificaba y santificaba la casa de Dios; pero, como en el pesebre, dejaba á los sabios sumidos en las tinieblas y sólo se revelaba á los humildes.

Había entonces en Jerusalén un venerable anciano llamado Simeón. Fiel á Dios y confiado en sus promesas, no sólo aguardaba al consolador de Israel, sino que una esperanza aun más dulce llenaba su corazón de una santa alegría. El Espíritu divino por secretas inspiraciones le había anunciado que no moriría antes de ver con sus ojos al Mesías de Jehová.

(1)    Agg, II. 8-10.

 

En aquel día, conducido por el espíritu de Dios, el santo anciano llegó al templo. Cuando José y María penetraron en el sagrado recinto, Simeón divisó al niño en los brazos de su madre. Su mirada se detuvo fijamente en Jesús, sus ojos se humedecieron en lágrimas y su alma, súbitamente iluminada, descubrió al Hijo de Dios bajo los velos de su humanidad. Al punto, arrebatado en un santo transporte, toma al niño en sus brazos, lo estrecha sobre su corazón y con voz trémula de emoción, le dice: « ¡Bendito seas, Señor! Has cumplido tu palabra; ahora puedo morir en paz, pues mis ojos han visto al Salvador, á Aquel que habéis enviado á todas las naciones, luz de los pueblos, gloria de Israel ».

Así habló el hombre de Dios. José y María oían llenos de admiración aquel himno de alabanza en honor del divino Niño, cuando ven que la frente del anciano palidece, como si un doloroso pensamiento turbase su espíritu. Bendijo á los dos santos esposos y luego dijo á la madre: «Este niño ha venido para ruina y resurrección de muchos en Israel. Será blanco de contradicción entre los hombres y con ocasión de su venida, los pensamientos ocultos en el fondo de los corazones quedarán patentes como en pleno día. En cuanto á vos ¡oh madre! una espada de dolor atravesará vuestra alma ». Con esas palabras el profeta anunciaba la oposición de los Judíos al reino del Mesías y hacía entrever el Gólgota. María comprendió el martirio que la esperaba y sin turbarse respondió como en otra ocasión al ángel: « Que se cumpla en su sierva la voluntad de Dios ».

En este momento solemne llegó al templo un nuevo testigo que Dios enviaba para reconocer y glorificar al divino Niño. Era Ana, la profetisa, la hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Viuda, después de siete años de matrimonio, aquella mujer venerable entonces de edad de ochenta años, llevaba una vida santa. Pasaba sus días en la casa de Dios, maceraba su cuerpo con ayunos continuos y día y noche elevaba sus súplicas ante el altar del Señor. Como el anciano Simeón, reconoció en el Niño al Mesías prometido á su pueblo y transportada de gozo, estalló en acciones de gracias y dió testimonio de Jesús delante de todos los que esperaban la redención de Israel.

Después de estas manifestaciones gloriosas al par que sombrías, María se acercó al atrio de los Judíos. Un sacrificador recibió las dos tortolillas, oblación de la pobre madre y recitó en su presencia las oraciones del sagrado rito. El sacerdote la introdujo entonces en el recinto interior para la ceremonia de la presentación. Juntamente con José, María puso el niño en manos del Ministro de Jehová y después de pagar los cinco siclos de rescate, lo recibió nuevamente en sus brazos. En aquel momento, en vez de recobrar la libertad que le aseguraban las formalidades legales, el Niño-Dios se sometía voluntariamente á la esclavitud y consagrándose del todo á la gloria de su Padre, se ofrecía como víctima por la salvación de la humanidad. María y José, movidos por el mismo amor, ofrecían á Dios como obra suya el tesoro depositado en sus manos. Cumplidas las prescripciones de la ley, los santos esposos volvieron á tomar el camino de Belén.

 



JESUCRISTO, Su Vida, Su Pasión, Su triunfo, del Padre Berthé - Cap. V - La Presentación

viernes, 13 de noviembre de 2020

Si esta devoción a la Santa Virgen hace más fácil el camino para encontrar a Jesucristo, ¿a qué se debe que sus siervos fieles sean los más crucificados? (TVD, 153-4)

 

Santa Beatriz de Silva, fundadora de las Concepcionistas, descendiente de familias de gran Nobleza, que fue encerrada en un cofre por celos, sobreviviendo por un milagro de su Angel de la Guarda (Si desea conocer su vida, vea nota al pie*)

153. ¿De dónde viene, entonces -me preguntará algún siervo fiel de María-, que los fieles siervos de esta bondadosa Madre tienen tantas ocasiones de sufrir, y más que los otros, que no le son tan devotos? Los contradicen, los persiguen, los calumnian, no los pueden tolerar; o bien andan en tinieblas interiores y desiertos en que no cae la menor gota de rocío del cielo. Si esta devoción a la Santa Virgen hace más fácil el camino para encontrar a Jesucristo, ¿a qué se debe que sean los más crucificados?




154. Yo le contesto que es muy cierto que, siendo los más fieles siervos de Nuestra Señora sus mayores favoritos, reciben de Ella las mayores gracias y favores del Cielo, que son las cruces; pero sostengo también que son los siervos de María los que llevan las cruces con más facilidad, mérito y gloria; y que lo que detendría mil veces a otro, o lo haría caer, a ellos no los frena ni una sola vez y los hace avanzar, pues esta buena Madre, toda llena de gracias y de la unción del Espíritu Santo, confita todas estas cruces que Ella les talla, con el azúcar de su dulzura maternal y con la unción del puro amor; de modo que ellos las tragan alegremente como nueces confitadas, aunque sean, de por sí, muy amargas. Y creo que una persona que quiera ser devota y vivir piadosamente en Jesucristo, y por tanto sufrir persecución y cargar todos los días su cruz, no llevará jamás grandes cruces, o no las llevará alegremente hasta el fin sin una tierna devoción a la santa Virgen, que es la confitura de las cruces: así como tampoco una persona podría comer sin una gran violencia -que no será duradera-, nueces verdes, no confitadas con azúcar.

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(*) Solicite gratuitamente por mail a: civilizacioncristianaymariana@gmail.com: SANTA BEATRIZ, EL COFRE MILAGROSO  Y EL ARBOL ESPIRITUAL DE LA INMACULADA, de Elena Beatriz Brizuela y Doria de Mesquita Errea, XIV JORNADA DE CULTURA HISPANOAMERICANA POR LA CIVILIZACION CRISTIANA Y LA FAMILIA, Salta, 12 y 13 de Octubre de 2018

Comentario de IPSA CONTERET:

Traité de la Vraie Dévotion à la Sainte Vierge - San Luis María Grignion de Montfort

PÈRES MONTFORTAINS (Cie de Marie)


Traducido del original francés por este blog IPSA CONTERET, privilegiando las expresiones originales del Santo sobre
 expresiones castellanas más habituales
A.M.M.G.